Si bien la COVID pegó en todo el mundo, los confinamientos, las restricciones, el temor por el virus y los cambios en la cotidianidad llevaron a algunos a mayores niveles de estrés, mientras otros supieron sobrellevarlo de mejor manera, ¿por qué? Un estudio da pistas.
Madrid, 13 de mayo (Europa Press).- Todo el mundo se ha visto afectado por la pandemia de COVID-19, pero un nuevo estudio realizado por el investigador de la Universidad de Groninga (Países Bajos) Lude Franke y sus colegas concluye que algunos individuos soportaron el estrés de la pandemia mejor que otros, en parte, debido a su genética, según publican en la revista de acceso abierto PLOS Genetics.
La forma en que una persona percibe su calidad de vida depende de una combinación de factores que incluyen los genes que ha heredado de sus padres y su entorno, una mezcla de naturaleza y crianza. Estudiar los genes relacionados con la calidad de vida puede ser complicado, pero la pandemia de COVID-19 permitió a Franke y a sus colegas investigar cómo este estresante acontecimiento mundial interactuaba con la genética de una persona para afectar a su bienestar general.
El equipo examinó los genomas de más de 27 mil participantes de los Países Bajos que habían donado material genético a un biobanco. A continuación, buscaron conexiones entre las variantes genéticas y las respuestas de los participantes a una serie de cuestionarios sobre el estilo de vida y la salud mental y física que se administraron durante 10 meses, a partir de marzo de 2020.
Los investigadores descubrieron que algunos individuos tenían una tendencia genética hacia un mejor bienestar que otros durante la pandemia. Además, a medida que avanzaba la pandemia, descubrieron que la tendencia genética tenía una influencia cada vez más poderosa en la forma en que esas personas percibían su calidad de vida, potencialmente debido al aislamiento social requerido por las estrictas medidas de contención de COVID-19. Además, los resultados demuestran que la contribución de la genética a rasgos complejos como el bienestar puede cambiar con el tiempo.
Robert Warmerdam, autor del estudio, añade que "la pandemia de COVID-19 ha sido una oportunidad única para investigar el impacto de la genética en el bienestar en una época en la que tuvimos que aislarnos socialmente. Descubrimos que es durante el primer y estresante año de la pandemia cuando nuestra naturaleza ha ganado un impacto relativo en cómo calificamos nuestras vidas", concluye.